Ese lugar es donde penetra el sonido de la música y nos invita a danzar. Una danza que, al salir de nuestro espacio sagrado, nos permite movernos en coherencia con nuestro Ser y nos muestra quien somos en realidad
Debemos tener un lugar así en el corazón porque donde hay afecto y amor, entendimiento y comprensión, llega la claridad y es desde ahí que debe surgir la acción, el Movimiento.
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